ANTÍSTENES Y LOS CÍNICOS 

Antístenes nació en  Atenas (en el año 444 a. C.). Es un filósofo griego, hijo de un hombre ateniense y de una mujer esclava, por lo que su condición de meteco le marcó para toda su vida. Se considera que gozó de buena posición económica  y estudió retórica bajo Gorgias, Hipias de Élide y Pródico de Ceos.

 

Fue discípulo de Sócrates y su entusiasmo por la disciplina socrática lo llevó a fundar una escuela en el santuario y gimnasio de Cinosargo: que significa perro blanco. Este nombre es  uno de los orígenes del nombre de los cínicos.

Pero, ¿Qué buscaban los cínicos? Los cínicos prescinden de una manera decisiva de todo lo que no puede llevar encima, con la intención de librarse de los caprichos de la fortuna y regir su propio destino, es por eso que visten un manto, un zurrón y un bastón.

Se puede decir que el objetivo de un cínico, en aquella época, es la de alcanzar la felicidad. Pero, ¿Cómo se consigue esa felicidad? La felicidad se consigue si uno depende de uno mismo, por lo que lo fundamental para el cínico es la autarquía (independencia de todo conocimiento exterior, es decir, la autosuficiencia, valerse por uno mismo) la cual puede aprenderse. Por lo que no te puedes dejar llevar por el dinero, el poder o la buena salud.

En mi opinión, yo estoy de acuerdo con Antístenes en ciertas cosas, ya que la felicidad no la da ni el dinero (ya que este te lleva a la avaricia y a dejar de lado a tus seres más queridos por “no estar a tu altura”) ni el poder. En lo que no estoy de acuerdo es en lo que dice de que la felicidad no está en la salud, ya que si tu te encuentras mal, estás enfermo… no llegas a ser del todo feliz puesto que te duele un brazo, una pierna… Por lo que para mí, ser feliz, no es otra cosa que pasarlo bien con tus amigos, vivir la vida día a día (ya que no sabes que te tiene el futuro reservado para ti), gozar de salud y estar con los que mas te quieren.

Hoy en día se conoce a una persona cínica como aquella que miente o comete actos vergonzosos con descaro, sin ocultarse ni sentir vergüenza.